La Fábrica de Tabacos, sede de las oficinas centrales de la Universidad de Sevilla y de algunas de sus Facultades, es un edificio que se enmarca en la arquitectura industrial del siglo XVIII. En su construcción se sucedieron distintas colaboraciones, que dieron a la Fábrica de Tabacos y particular estilo de rasgos medievales y militares.
Por un lado, tiene ecos renacentistas en su esquema general, por su planta, remates y patio principal. Sin embargo, la fachada principal, la fuente central y una serie de bóvedas tienen un carácter barroco. Además, debido a la época en la que fue construido, también hay rasgos neoclásicos en algunos patios.
La historia de esta edificación comienza con el proyecto que fue presentado el 25 de enero de 1728, tres años despúes de la visita a Sevilla de Jorge De Verbom, teniente general e ingeniero general de España. Durante la estancia de Verbom en Sevilla en 1725 surgió la idea de encargar al ingeniero Ignacio Sala el proyecto de las nuevas fábricas. Además, ampliarían el edificio viejo destinado a tal fin, que se encontraba desde 1620 entre la iglesia de San Pedro y la del Buen Suceso.
Para la ubicación del edificio se pensó en distintos lugares extramuros cercanos a la Puerta de Jerez. Algunos de los lugares que se propusieron fueron entre el Palacio de San Telmo y la Torre del Oro, o las Atarazanas. Finalmente, se escogió una zona conocida como 'Las Calaveras' que había servido de enterramiento en la época romana.
Las obras del edificio se iniciaron el 28 de septiembre de 1728 con Ignacio Sala al frente, hasta que Verbom lo destituyó a finales de 1731. Así, el ingeniero Diego Bordick, coronel de Infantería, fue el que asumió el proyecto e hizo algunas modificaciones sobre él.
Las obras se suspendieron entre 1735 y 1750, año en el que otro director de obras, Van der Borcht, continuó los trabajos durante dieciséis años consecutivos. En esta etapa se construyeron la fachada principal, los patios, las galerías, gran parte del foso y los dos pequeños edificios que constituyen la capilla y la cárcel.
Oficialmente, la fábrica se estrenó en 1757 y comenzó a funcionar en 1758, pero aún quedaban algunas obras por concluir. Ese es el año que figura en los lucernarios y en la inscripción de la portada, aunque aún estaban montándese las gárgolas, las losetas blancas y negras de Génova de las escaleras, la terraza de la azotea y otros elementos.
La finalización de las obras fue un proceso que se alargó durante varios años más. Los cuatro grandes remates de las esquinas los talló Cayetano da Costa en 1758; el reloj de carrillón del primer patio data del 1759, y los años 1762 y 1763 fueron decisivos para la culminación de las obras. En estos dos años se finalizaron las garitas defensivas sobre el muro del foso y se estrenó la capilla. Por su parte, los fosos no fueron terminados hasta el año 1770.
En suma, las obras de la Fábrica de Tabacos se alargaron por alrededor de medio siglo desde su planteamiento. El resultado es uno de los edificios de mayores dimensiones y categoría arquitectónica de su género en España, así como uno de los más antiguos de la Europa del Antiguo Régimen. La Fábrica de Tabacos ocupa un rectángulo de 185 por 147 metros, solo superado en España por El Escorial, que mide 207 por 162 metros.