Bajo el título ‘Tras la senda de los Lumière. Sevilla en color (1914-1929)’ está organizada por la Universidad de Sevilla, la Diputación y el Museo Albert Kahn (París)
Se acaba de inaugurar en la exposición Tras la senda de los Lumière. Sevilla en color (1914-1929), organizada por la Universidad de Sevilla, la Diputación y el Museo Albert Kahn (París), presenta las primeras imágenes en color que se conocen sobre la ciudad de Sevilla. La muestra, comisariada por Luis Méndez, director de Patrimonio y Cultura de la US, reúne una colección de 73 fotografías en color realizadas en el año 1914, junto a una serie de libros, guías de viaje y otros objetos de la época.
La exposición, que se exhibe en la sala de exposiciones de la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla desde el 23 de febrero al 15 de junio de 2024, cuenta con la colaboración del L´Institut Français de Sevilla, la Filmoteca de Andalucía, Sorbonne Université y Sorbonne Paris Nord Université.
La muestra reúne este conjunto de fotografías en color, consecuencia del nuevo procedimiento denominado autocromo, inventado y comercializado por los hermanos Lumière a partir de 1907. Estas primeras fotografías a color de Sevilla fueron tomadas por el fotógrafo Auguste Léon entre el 23 y el 26 de junio de 1914, una etapa clave para la renovación urbanística y cultural de una ciudad que se preparaba para la Exposición Iberoamericana. Tan solo unos días después de ser retratada, la ciudad recibiría la noticia del estallido de la Primera Guerra Mundial
Estos autocromos formaban parte del proyecto los Archivos del Planeta del banquero Albert Kahn, quien pretendía reunir una enciclopedia visual del mundo. Estas imágenes contextualizan además la importancia de la ciudad de Sevilla a comienzos del siglo XX como destino para los viajeros y como espacio de creación e inspiración para los artistas –de todos los ámbitos de las artes- que la visitaron y que dejaron testimonio de su influencia.
El rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro, ha destacado el carácter utópico del proyecto del que formaron parte estas imágenes, llamadas a fotografiar el mundo en color “como la manera más científica de conocer un planeta en constante transformación, de acercarse a quienes lo hacen y lo habitan, y por tanto, de respetar las diferentes culturas que lo pueblan”.
Para el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos, “esta exposición, una de las más importantes desde el punto de vista cualitativo de las que se van a poder visitar este 2024 en la Casa de la Provincia de la Diputación, enseña Sevilla haciendo hincapié en una de sus grandes bondades, algo muy importante, que marcó un antes y un después seguramente en ese año 1914: la luz de la ciudad. En la exposición vamos a ver la verdadera luz de Sevilla, que solo es la ciudad que conocemos, la ciudad del pellizco, cuando tiene color”.
El proyecto nace fruto de una investigación desarrollada en el ámbito universitario, en el marco de proyectos de investigación I+D+I, en un “proceso exigente y cuidadoso”, ha detallado el comisario de la exposición, Luis Méndez.
A comienzos del siglo XX, Sevilla salía del colapso y se renovaba con una nueva imagen a partir del regionalismo y del proyecto de la Exposición Iberoamericana. Ello permitió ir modernizando una ciudad que abría avenidas y ensanches, construía estaciones de ferrocarril y hoteles, inauguraba el parque de María Luisa y se preparaba para acoger la cita internacional. Su herencia oriental y la cultura popular fueron focos de atención de los viajeros que desde el romanticismo habían situado a Sevilla en el mapa del viaje.
Entre 1895 y 1903 los hermanos Lumière inventan el cinematógrafo y la fotografía en color, el autocromo, cambiando para siempre la percepción del tiempo y del mundo. Muy pronto Sevilla aparece en los rodajes de los Lumière y se incorpora como tema en las primeras producciones cinematográficas.
En junio de 1914, el fotógrafo Auguste Léon viajó por España para fotografiar un país con la nueva técnica del autocromo. Los setenta y cuatro autocromos reproducen la ciudad, las calles, los palacios, los monumentos, la Catedral y el Museo de Bellas Artes, además de retratar a los sevillanos, atrapados entre los granos microscópicos de color en la fragilidad de un vidrio. Este conjunto de autocromos en color representaba para Francia la imagen de Sevilla en los Archivos del Planeta de Albert Kahn.